lunes, 9 de abril de 2007

Imouzzer du Kandar - Timnay , 2 de 2

CUARTA JORNADA

10 de abril

(2 de 2)


(Un anciano bereber nos indica el camino)

En una de las múltiples reconfirmaciones que se hacen necesarias para encontrar el camino correcto, un bereber viejo nos interpela en su idioma, llevándose sonriente las manos a su cara y comparando los rasgos con el del viajero copiloto, el llamado Insomne. Verde realiza la traducción simultánea: “Que dice que te pareces a su tía”. No tienen muy claro los viajeros si la carcajada está bien vista en estas ocasiones en el Atlas medio. El ingenio del viajero Verde, su capacidad para interpretar los gestos de los habitantes del Atlas y para comunicarse con ellos en una mezcla de español y francés imposible, le harán merecedor del sobrenombre de El Políglota. Azul, el viajero con desconocidos ascendentes bereberes, queda encantado con la cordial hospitalidad del arrugado anciano, hospitalidad que será la norma entre los habitantes del Atlas.

Después del lago, la ruta deriva por el este hacia la carretera nacional, que abandonaron en Azrou y les conducirá hacia sus siguientes objetivos. Pasan por notables alturas, en torno a los 2150 m, lo que les permite jugar como colegiales en la nieve. Amplios neveros que jalonan la carretera de montaña a su paso. Reductos de las últimas nieves caídas hace poco menos de un mes.

(Nieve en el Atlas Medio)

Los cedros se amontonan en las laderas; algunos muestran un número pintado en la base del tronco. Por la carretera transitan viejos camiones cargados de troncos. Itzer, al sur del puerto del Zad, es un pueblo de montaña, situado a 1700 metros, el último antes de tomar el desvío a la carretera nacional.

Las montañas y bosques del Atlas Medio van quedando atrás. El paisaje se hace más vasto y seco. Las retinas de los viajeros quedan impregnadas de verde, cedros y paisajes en equilibrio de luz y color.

A lo lejos divisan “Las Tablas”, a los pies del Atlas. Formaciones rocosas que la erosión caprichosamente ha dado la forma de pirámide truncada. Las diversas densidades de material erosionable son las responsables de la formación de estas magníficas estructuras. Recuerda un paisaje lunar, con el crepúsculo tiñendo de ocre el horizonte y la cordillera de tres miles, con el Jbel Ayachi, más de 3700 metros de montaña, a la cabeza, como colofón del espectáculo.

Por fin los viajeros, ya cansados, abandonan el Atlas Medio. En la llanura que lo separa del Alto Atlas tienen la intención de plantar la tienda en el camping. El cansancio les hace decidirse por dos bungalows, que, a un precio más que módico, les asegura el descanso. Tras la ducha, cenan y se toman un cubata, que les desata la risa y la lengua. La sobremesa es animada, no sólo por el alcohol que usan los viajeros como digestivo y somnífero. A Rojo le viene muy bien.

Verde pide información en la recepción del camping sobre el estado de las pistas que intentarán salvar mañana. El tiempo y las condiciones de la ruta dictarán la veracidad de dichas informaciones.

Sólo un poco de lectura y ya los viajeros caen suavemente en el sueño; salvo Azul, alias insomne, que como es habitual lucha con su vigilia. Aunque la cama es amplia y confortable, el alcohol circula por la sangre y el cansancio ablanda el cuerpo, Azul es incapaz de acallar a su cerebro, empeñado en hurgar en la experiencia del día como un niño inagotable enreda con un palo en un hormiguero.

(Políglota practicando idiomas, con el bereber, no con el burro)

Próxima Entrega: Lunes, 16 de abril de 2007


1 comentario:

Anónimo dijo...

No es de extrañar el comentario del anciano bereber. Nuestra fisionomía en ocasiones nos delata, han sido unos cuantos siglos de convivencia. Azul insomne alias el multiracial.
¿De qué hablan Verde y el hombre de la última foto? ¿Se entienden realmente?