lunes, 26 de febrero de 2007

Badajoz-Sevilla

PRIMERA JORNADA

7 de abril de 2006


Los viajeros dejan atrás
el oeste para dirigirse rumbo a la ciudad hispalense. Les resta un largo trayecto con el morro de la Bestia siempre hacia el polo sur magnético. Atravesar la confluencia de los mares Mediterráneo y Atlántico, coronar los puertos de montaña del Rif y del Atlas y dirigirse hacia el gran sur, las dunas desérticas de Erg Chebbi. Coronar los fuegos arenosos que el viento modela en la cresta de sus dunas será el acicate que alimente el sueño de los viajeros. Pero la meta nunca es tan sabrosa como la escarpadura…

En torno a unas cañas y unos calamares, se reúnen en una tasca con solera en Triana, fotos de toreros y cabezas de toro colgadas en las paredes. El más bruto piensa: qué interesante sería la historia al revés, fotos de toros y cabezas de toreros. La famosa Taberna Miami, casa fundada en 1930 y que sirve los calamares a la romana más sabrosos de toda la ciudad. Más tarde cenarán, en el también trianero restaurante Manolo Villalón. Un excelente salmorejo, con sus trocitos de jamón y huevo cocido, y la atención de una camarera de generoso perfil y suaves maneras. La última cena española por unos días.

Se establecen ciertas reglas del juego, esas imprescindibles normas que harán del viaje una experiencia extraordinaria o un infierno insoportable. Es necesaria una previa declaración de intenciones: todos sabrán así el terreno que pisan. Rojo avisa somero de que no está para gaitas; su vida pasa por un punto de inflexión que podría influir en el ánimo del resto de los viajeros. Los demás desean que esto no sea motivo para aguar la fiesta. Aunque comprenden el estado de ánimo de su compañero, tienen en mente no dejarse afectar por él. Cuestión que en estos momentos iniciales es difícil de prever. Primera incógnita a la que se enfrentan. No será la única.

Duermen los tres viajeros pacenses en el apartamento de Verde. Éste último lo hará en su antiguo hogar, en el cercano barrio de Los Remedios, detrás de la Plaza de Cuba. Allí, en su cama de niño, piensa en las noches que pasó soñando con aventuras y emociones. Ahora es un hombre, aunque añora ser niño. Casi no puede creer cómo ha pasado el tiempo. Sus padres duermen a dos pasos en la habitación contigua. Su hijo pequeño, al que quiso llamar Olmo, es un regalo para los abuelos, que velan su sueño. Y piensa: parto para Marruecos, el país de mis sueños, con tres viajeros desconocidos, una aventura en sí misma. Un reto. También él es una aventura para ellos. El viaje del conocimiento interior. Han demostrado confiar en él al dejar gran parte del plan en sus manos. Y el sueño le vence como lo hacía antaño cuando de niño imaginaba gloria y aventura en su cama de párvulo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

le llamaré Olmo Dalcó, y será un socialista con agujeros en los bolsillos

Anónimo dijo...

La previa declaración de intenciones antes de iniciar cualquier viaje en compañía es esencial. Así cada cual sabrá a lo que atenerse... Imprescindible también las cañas la noche antes de emprender la noche. Bien por Verde.

Anónimo dijo...

... En los viajes mejor no malgastar energía en enfados aunque algo te moleste... Se aprovecha más la vivencia si reduces al mínimo las posibles interjerencias anímicas...

Anónimo dijo...

Estaría bien que los chicos de colores también comentaran qué les pareció cada etapa del viaje... Un poco más de vidilla.

José L. Muñoz Expósito dijo...

Paciencia, amigo cham, paciencia. Es que realmente en Sevilla no nos pasó mucho. O al menos poco relacionado con lo que fue el resto del viaje.

Anónimo dijo...

Estàbamos espectantes, todos los sentidos atentos a lo que se nos avecinaba, templando los nervios y relajando el espíritu para desembarazarnos de la camisa de las obligaciones y la rutina...